Andamos en época de compraventa futbolera. Como locos andan de acá para allí representantes, secretarios técnicos, directivos y directores de banco.
Comienzan a moverse cantidades que no parecen ciertas. No sé yo si algún ser vivo habrá visto alguna vez tanto dinero junto, como tanto se pregona.
Es increible, pero parece que es cierto.
Háganse a la idea: entre los tres personajes que ven sobre este artículo moverían en torno a 12 veces el presupuesto de Lora del Río para un solo año. La cifra gira alrededor de los 180 millones de euros, unos 30.000 millones de pesetas.
Yo me pregunto ¿se paga por un jugador lo que vale? ¿Por lo que rinde?¿Por lo que vende como objeto de marketing?¿Por todo? ¿O porque realmente existe otro tipo de negocio que no vemos tras toda la parafernalia mediática?
Abrimos la prensa deportiva y podría parecer que abrimos un diario económico.
Eso sí, de cuando en cuando, y para tratar (inutil e hipócritamente) de limpiar algo la imagen del mundo del balompié, surge alguien con una idea humanitaria que, inmediatamente, siguen unos cuantos quienes, de algún modo, son complices de este gran zoco en que se ha convertido lo que para muchos es sólo pasión y forofismo ajeno a todo devenir monetario e inextraiblemente unido al vivir cotidiano de esos mismos.
Sea como fuere, lo mejor parece seguir siendo hacer mutis por el foro, dar por bueno al pulpo como animal de compañía, y continuar con nuestros partidos, haciendo oidos sordos a lo que, en un principio, al común de los mortales nos sigue permaneciendo vetado.
¡Que siga la fiesta!
Estadio Ramón Sánchez Pizjuán
miércoles, 28 de mayo de 2008
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