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Estadio Ramón Sánchez Pizjuán

Estadio Ramón Sánchez Pizjuán

domingo, 21 de diciembre de 2008

Un respeto...

Y no sólo por el segundo equipo de la clasificación (le guste o no al tal Victor Fernández, que no sé quién le habrá invitado a opinar de lo que no le importa). Lo digo por todos aquellos que llevan vistos "algunos" partidos de nuestro equipo. Porque, verán: Corría hoy el descanso del partido Mallorca-Sevilla (0-0, un puntito más y a rajar los antijimenistas, pero somos segundos). Y en esto que me cruzo con D. Juan Valencia, padre y abuelo, según se vea, de sevillistas.Y D. Juan me comenta que no le gusta como estaba jugando hoy, digo bien, hoy, M. Jiménez. Le respondo que qué queremos o esperamos (no recuerdo bien) los sevillistas este año más de lo que estamos viendo. D. Juán me responde (creo que no me debió oir bien) que qué le iba a decir yo a él, que vió el primer partido del Sevilla FC con 8 años.Dicho así, cualquiera lo podía contar, la cuestión es que le pregunté la edad a D. Juan Valencia y resulta que D. Juan tiene 84 añitos..., es decir, que los primeros jugadores que D. Juan Valencia vió jugar, allá por 1932, eran (según la web del Sevilla F.C.): Eizaguirre; Deva, Morán, Abad, Fede, Bracero, Ventolrá, Tejada, Campanal, Torrontegui, Brand. El Presidente del Sevilla FC era un tal Ramón Sánchez Pizjuán y los entrenadores Mr. O'hagan y Villagrán Quirante. ¿Alguien más, en Lora, ha visto jugar a esta gente, esto es, a este Sevilla FC y que lo pueda contar?Del resto de la conversación con el Sr. Valencia, no les cuento nada. Antonio Melo y yo sabemos que más nos contó, que no tenía nada que ver con el fútbol.El caso es que, después de semejante conversación, apenas me importó nada qué pudiera suceder acontinuación en el partido. Sobre todo sabiendo que un sevillista de semejante abolengo pensaba como yo cuando me decía que qué más querían algunos.Gracias D. Juan, por todo. Os dejo su imagen viendo a su equipo del alma, es ese del que sólo se adivina su gorra... (estas son las cosas que yo envidio, por qué no reconocerlo).





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